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Mi encuentro con un gamer

César Freire contagia con su sonrisa, es el tipo de persona que semeja un niño a punto de cometer una travesura, pero a la vez, es bastante crítico al hablar y su mordacidad suele acarrearle problemas (así lo afirma). No obstante, puedes identificar en él al tipo de persona ajena a la mentira y que expresa sólo lo necesario.


Guayaquileño de 34 años, le veo venir vistiendo jeans raídos y una camiseta de la banda punk The Adicts. Intento descubrir qué podría identificarle como un gamer, pero temo caer en generalizar un estereotipo que realmente no existe: puesto que podemos encontrar gamers de camisa y corbata; pinta de skaters o geeks; introvertidos en exceso o sobre extrovertidos. No es algo que lleven marcado en la frente, pero usualmente el diálogo suele delatar su afición a los videojuegos.


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"Freezer" (Dragon Ball)

¿Te han dicho que te pareces al niño problema de la película Adorable criatura?” –le pregunto a quemarropa y estalla en carcajadas. “Más bien me comparan con Freezer, villano de Dragon Ball” –responde casi con orgullo.

Ante mi completa ignorancia por el personaje me cuenta algo de sus características y que comparten el ser muy caprichoso. “Mis caprichos no se tocan, me pongo algo intenso con eso al igual que Freezer” –me comenta entre risas y revela su afición por los villanos, de quienes tiene un Top de favoritos: Bowser de Mario Bros; Ganondorf de La Leyenda de Zelda; y Freezer de Dragon Ball.


Su emoción por el tema es notoria, y opto por consultarle cuándo empezó esta fiebre por el anime y videojuegos. Su mirada se pierde un instante frunciendo el ceño y de inmediato vuelve a sonreír al evocar su infancia. Tendría casi 10 años cuando salía cada mañana a comprar el pan cerca de su casa, en la panadería había una máquina de Mortal Kombat y así se inició en el “vicio” de los videojuegos.

César me cuenta que en ocasiones tardaba hasta media hora en volver a casa, casi siempre sin el vuelto del costo del pan e incluso, a veces sin el pan. Luego conocería al fontanero italiano Mario Bros. para nunca más alejarse del universo gamer. Su afición no fue secreto para su familia, y comúnmente recibía videojuegos como premio por sus buenas calificaciones.


Distingo en él un claro atisbo de aquella chispa infantil que emerge en su hablar, entonces pido que me cuente más.

“Tengo un primo que influyó en mi incursión en los videojuegos y me apoyaba

mucho al punto que, si alguien me ganaba, él sacaba la cara por mí y lo vencía en revancha”. “Él ganó varios torneos de Marvel Vs. Capcom aquí en Guayaquil”.

Me cuenta que existe mucha rivalidad y egoísmo en nuestra ciudad, pero que es emocionante participar en torneos y avanzar hasta que queden pocas personas, aunque es triste ser descalificado a punto de llegar a la final. Reconoce que aprender trucos nuevos de otros participantes y disfrutar el momento, es lo mejor de la experiencia.


Noto que sus manos se mueven alrededor de una palanca invisible mientras me habla, imagino que juega mentalmente y le pregunto qué sensaciones le otorgan los videojuegos. “Me da una sensación de poder, la alegría de alcanzar un logro, aún más con todos los puntos obtenidos. Es una gratificación increíblemente grande”. “Pero también hay momentos de frustración en que quisiera estrellar la palanca” –confiesa entre risas.

Se considera un “enfermo” de los juegos de aventura y entre sus “lores” preferidos se encuentra el espacio exterior y otras dimensiones. Descubro entonces que “lore” representa la diégesis de un juego de video, todo el trasfondo histórico y personajes.


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César Freire

César me explica que el jugar le transporta a un mundo donde se enfrenta a peligros inconcebibles en nuestra vida, y confiesa que es una sensación muy real y adictiva: una vez iniciada la partida, necesita pasar el juego por completo e intenta averiguar todos los secretos ocultos en la aventura.

Esto me lleva a imaginarle saltando sobre gigantes tuberías vestido con overall azul y gorrita roja –el vestuario de Mario Bros–. Entonces le pregunto qué juego escogería si pudiese realmente vivir en él por un día. “Super Ghouls N’ Ghosts” –responde de inmediato–. “Es una auténtica peli de terror donde te enfrentas a monstruos y espíritus malignos, hasta debes rescatar a una princesa secuestrada por el Diablo. De niño me daba mucho miedo jugarlo; al crecer investigué harto y me propuse pasarlo, los años dan sabiduría y ya soy un veterano”


Me es difícil imaginarlo anciano y la curiosidad me lleva a preguntarle si cree que seguiría jugando en su vejez, riendo me responde que nunca dejará de jugar Mario Bros y La Leyenda de Zelda, oyendo música de The Clash o Ramones. “Disfrutando barras de chocolate o cualquier dulce de la panadería, y el vino no podría faltar” –concluye con un guiño–. “Ser gamer es un capricho de diversión y locura”.


En mi mente visualizo un César canoso compitiendo con niños del barrio, y al despedirnos, su sonrisa me convence que tendrá una vejez muy feliz.

Partimos cada uno por su camino, quizás el mío mucho más común y “real” que el suyo, pero definitivamente me llevo un incipiente deseo de experimentar aquel capricho, aquella fiebre de diversión y locura.




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Invitado
28 may 2024

Esto le gusta al tirano del mundo Champiñón "Bowser"

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